domingo, 8 de julio de 2007

ANTIGUOS COMERCIOS DE LA CALLE ANCHA



ANTIGUOS COMERCIOS DE LA CALLE ANCHA

La vocación marítima-comercial de Sanlúcar se enraíza en la Alta Edad Media, sobre todo cuando la villa empieza a poblarse fuera de sus murallas, y concretamente en la zona del Barrio Bajo. Comerciantes extranjeros y foráneos se instalan al amparo de los privilegios concedidos por los Guzmán, Señores de la Villa y de la Ciudad. Por la Cuesta de Belén, Bretones y Truco, se abren las tiendas y casas de los comerciantes hasta desembocar en la calle Larga de los Mesones, pasando por la entonces gran plaza de la Ribera, que quedará dividida en el siglo XVIII al erguirse el edificio del Cabildo. En la misma centuria se construye el Mercado de Abastos, que propiciará la apertura de tiendas en la calle Trascuesta y restará paulatinamente protagonismo comercial a la calle Bretones.
La conquista de tierras africanas, Canarias y América harán de Sanlúcar un emporio comercial, sobre todo al tener el Puerto de Sevilla-Sanlúcar primero y después Cádiz el monopolio del comercio con el Nuevo Mundo. Del comercio al por menor, algunas familias pasarán al comercio al por mayor y a ser propietaria de tierras -más noble- constituyendo el cuerpo de lo cargadores a Indias, más sonoro el apelativo que el de tratantes con Indias. Sus huellas han quedado en el extraordinario caserío sanluqueño. La pérdida de las colonias hace disminuir el flujo comercial, que ya era menor antes de la Independencia, pues el Virreinato de México prácticamente se auto abastecía sin necesidad de importar género de la metrópolis. Pero aún quedaba Cuba, Filipinas dependientes económica y políticamente de España. Por tanto en la Sanlúcar decimonónica siguen abriéndose tiendas de coloniales, ultramarinos, tabernas y todo tipo de comercios. Estos irán disminuyendo con el desastre del 98, y Sanlúcar se abandona sin buscar más alternativa en la vitivinicultura y, en la venta y expansión comercial del vino. La ciudad de la Edad Moderna centro de atracción de inmigrantes, donde un sastre o un vendedor de cuentas de cristal podía llegar a se hidalgo y cargador a Indias, es solo un memento.
A pesar de todo, la calle Ancha continúa siendo la calle principal y la más comercial; como consecuencia la más afecta al cambio de fisonomía por imperativo de la moda, que a veces se ha comportado agresiva con el medio; imponiéndose no sólo diseños estandarizados por bancos y franquicias de lejana procedencia, sino también pastiches propios.



Entre los comercios de finales del siglo XIX, cabe destacar por haber perdurado a través de varias generaciones hasta hoy día: “La X, 4”, “Rosarito Lora”, dos mujeres protagonizarán el nacimiento de estos comercios, y “Casa López”.
Otros establecimientos comerciales, existentes desde 1900, desaparecerían: ultramarinos (“San José”, “Las Baleares” o “Plus Ultra”…), tiendas de tejidos y quincallas (Carrascosa, “Sáenz y Cia”, Celestino Ridruejo, Morgado, “Martínez y Cia”), de loza fina (Montferrer), ferreterías (Carrascosa, Latorre), barbería (Isla), casinos y clubes, sastrerías (Mosquera, Hoyos, Cañero), sombrererías (Benavente, Llera), cervecerías ( Arraigosa, “El Munich”), confiterías (Federico Pozo, J. Pampín…), droguerías (Camacho…), bares con veladores en la calle y el viejo Teatro Principal. Distinto tratamiento toca a las farmacias por ser un laboratorio con mostrador y cuyos titulares tenían otro perfil cultural: Durán, Lucas Moreno…); lástima que algunas no se hayan conservado tal cual, como en otras ciudades. Menos profusa en comercio eran la calle Santo Domingo, Gallegos, San Roque, pero notables también. De los entablados que recubrían los muros de los comercios, pintados con colores y rotulados sus nombres, quedaba únicamente el de Casa Porrúa. Las ménsulas de hierro para tender el toldo, así como los fustes con una farola o de dos brazos y dos bombas pendientes sólo podemos recordarlos a través de las postales de esos años primeros del novecientos. El pez grande (súper, hiper) se fue comiendo al chico, sobreviviendo los técnicamente modernizados. La venta personalizada, hoy ansiada por los habitantes de grandes ciudades, faltos de comunicación directa, y reivindicada por las “cittalow”, quizás por que ya aquellos vienen de vuelta del estresante “progreso”, la vamos perdiendo en Sanlúcar. Una nueva fórmula propia de grandes ciudades: “mina” de empleo, los centros comerciales -dentro o fuera del casco urbano normalmente- se ha adoptado, aún no se han evaluado sus resultados. Descanse en paz el Teatro Principal.